lunes, 26 de octubre de 2015

Mis pies las pisaban.




Las prisas no me dejaban ver el rio que dejaba a mi paso. 

Con pasos firmes y rápidos me alejaba de aquel lugar maldito. Era consciente que nunca debía haber tenido esa idea absurda de venir. 

¿Cuántos años tienes? Me preguntaba, parece que no aprenderás nunca – me reprochaba a mí mismo, pero sabía que volvería una y otra vez. El desdén que sufría ahora remitiría con el paso del tiempo, de la vida. 

Miraba alrededor y veía montones de caras, todas ellas reflejaban tristeza. De vez en cuando unos sollozos herían aun más mi corazón. Comenzaba a ser insoportable, ¿quién habría tenido la idea de hacerlo en este lugar? Aun sin conocerlo lo comenzaba a odiar. 

Finalmente me calme. Cerré los ojos e intente relajarme. Respira hondo y piensa en algo bonito, suspire, toda la belleza, esa belleza indómita  condensada en millones de personas, que siempre terminaba en sitios así.


Nuevamente abrí los ojos, todas aquellas hojas ocres por el suelo, aquellas obras de arte…


 Nunca vi un  cementerio más hermoso, nunca.




 

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