jueves, 22 de septiembre de 2022

Fuensanta


Tenía el pecho desnudo mientras miraba a través de la ventana. Su mano derecha acariciaba suavemente la tenue y semitransparente cortina que había apartado hacía solo unos minutos.


¿Tú quieres que llueva? 
Me pregunto Fuensanta mirándome profundamente a los ojos,

Si, le respondí

Ella volvió la cabeza y siguió mirando por aquella ventana.

¿Y por qué? Volvió a preguntarme.

Porque me gusta ver las gotas caer, además el aroma de la lluvia me encanta.

Bueno, respondió ella.



Despacio me acerqué a su lado, no quería interrumpir ese momento de silencio y concentración.

Un día que llovía nos dejó mi padre, me dijo. Salió de casa a trabajar y no volvió jamás. Al principio pensamos que nos había abandonado, pero unos días más tarde lo encontraron muerto.

Odio la lluvia, dijo como un susurro.

Le abracé por la espalda y sentí su piel desnuda contra mi pecho. Tenía ganas de contarle cien historias, de prometerle que no la abandonaría nunca, pero me contente con oír su respiración a la vez que, yo tambien, miraba por la ventana.





martes, 20 de septiembre de 2022

El mar rojizo


Abrí la puerta de la habitación

Había sido una noche intensa, primero soñé con cinco aviones que se estrellaban, luego corría por la selva esquivando leones…

En fin, más hubiera valido que me hubiera quedado despierto, jaja

Me pasaba a veces, en vez de descansar pasaba la noche agitada.

Pero ahora, ya duchado, el día se abría ante mí. Durante años había soñado con hacer un crucero, realmente y aunque nunca la hubiera vivido, la vida en el mar me apasionaba. Por eso crucé el portal de mi habitación y siguiendo las indicaciones fui hacia cubierta.

Jamás hubiera pensado encontrar un más así. El color rojizo me asombro, y las olas me intimidaron. Pero no entendía que con ese oleaje el barco no se moviera, pensé en la tecnología, recordé incluso aquel chiste del herrero que en un pueblo perdido cambiándole una herradura a un caballo, miro hacia el cielo y al ver a un avión a lo lejos dijo: “lo que hacemos los ingenieros”

Y así me asomé a la cubierta y vi ese mar arrojo y brillante…

De repente me desperté, me toque la frente y estaba empapada, mire el reloj, las seis y cuarto, en cinco minutos sonaría el despertador.

Me levanté, lo apague y me metí en la ducha, al resbalarme el agua por mi pecho pensé en aquel mar rojo e intenso y sonreí.

Cualquier día de estos me volveré loco, sonreí y me sequé con la toalla.





lunes, 5 de septiembre de 2022

Hace unos dias....



Hace unos días un seguidor de este blog se puso en contacto conmigo. Tenía un problema y quería que le ayudara. Rafa, me dijo, tengo una relación que me está consumiendo poco a poco y me gustaría enviar una carta a la persona que amo porque no puedo más.

Al principio me pareció una idea disparatada, pero según chateaba con él fui poco a poco haciéndome a la idea de su situación. Vi en él a una persona sencilla, educada y detallista que estaba perdidamente enamorado. Me hablo de la otra persona, de cómo la veía, de cómo la sentía, de cómo suspiraba por estar cada momento a su lado.

Me explico la situación de ambos, y a cada momento me sorprendía la ternura con la que trataba cualquier tema relacionado con su amor. Me dijo también que no era correspondido y esa era la razón de consumirse.

Creí entender en las conversaciones que tuvimos que quería y temía a la vez, terminar con esa relación que le atormentaba, y estaba convencido de que si esta acababa perdería todas las ganas de vivir….

Al final le envíe el texto.

Un rato después me contacto, me dijo que al leerlo se emocionó. No cambiaré nada, está perfecto. Te estaré siempre agradecido.

Hace un par de días vi que estaba en línea, me pico la curiosidad porque desde aquel día no chateaba con él.

-¿Cómo estás?- Le pregunte
-Quería pedirte que publicaras, si tú quieres, la carta en tu blog-
-Sí, me encantaría- le respondí
-¿Cómo estás tú? ¿Qué tal te fue con ella?- Le pregunté
Después de un largo silencio me respondió:
-Bien- Un bien que me hizo sentirme fatal.
-No era ella, sino él... Un día de estos hablaremos, gracias otra vez-

Qué sencillo o complicado es a veces el amor, cuanto cariño y ternura inútil, desaprovechada, cuantas noches de insomnio y a la vez cuanta felicidad, el amor es como la magia, algo increíble cuando cuentas con él y terrible cuando notas que te falta…

Estas son las líneas que le escribí:

“Siempre había pensado que me conocía bien, que era una persona sensata e inteligente, pero desde que te conozco he cambiado. Tu sola presencia hace que retroceda a mis años de juventud, que vuelva a amar, a sentir, a suspirar. Otra vez he descubierto la música oyendo tu voz, la poesía mirándote a los ojos, el color y la luz solo con tu presencia.

Desde el día que nos conocimos has sido mi referente, mi anhelo, mi sueño, mi vida y a veces, incluso mi muerte. Has modulado mis días y mis noches, has cambiado mi vida, mis hábitos y hasta mis sueños.

Al acostarme sueño que estás a mi lado. Tú siempre eres la protagonista de mis noches de insomnio y cuando, ya rendido, me vence el sueño, tú estás siempre en él. Adoro el despertar porque mi primer pensamiento eres tú.

He aprendido a pensar como lo harías tú, a sentir como sentirías tú, a amar como me amarías tú, a reír contigo, a llorar contigo, a hacer tus problemas míos, pero necesito más, quiero verme en tus ojos, ser tus labios, tu respiración, tus besos.

Si me falta eso, renuncio a la vida, no sabría vivir sin tu amor, sin tu cariño, sin ti….”





viernes, 2 de septiembre de 2022

Se asomó a la ventana y vio el mar




Ese mar que conocía tan bien, ese mar que amo tanto su abuelo. Su madre le contaba a veces las largas tardes arreglando las redes al lado de sus abuelos, al principio tan aburridas y después tan anheladas. 

Su abuelo era menudo, físicamente parecía débil pero sus extremidades eran como columnas, su mirada siempre inerte menos cuando estaba con ella, su piel curtida a base de viento y gotas, su boca parecía encajada en aquel rostro siempre con una faria apagada entre los labios. 

Un día le habían dicho que tenía que dejar de fumar si quería seguir viviendo, fue la única vez que lo recordaba sonriendo. Miro al médico y lo mando a paseo, a partir de aquel día nunca volvió a encenderla. 

Solíamos ir al atardecer a sentarnos al pantalán y mirando al mar me contaba historias que decía suyas y que luego encontré en los libros que tenía en su casa, jamás imagine que el leyera, había tantas cosas que no sabía de el…. 

Aquel día me dijo mientras miraba al mar, Nube (siempre me llamaba así) si un día falto cuida de tu madre y de tu abuela. Fue como una premonición de lo que unos días más tarde ocurrió, aquel mar lo arrebato de su barco, lo atrajo a si con una ola, con una maldita ola. 

En su casa todo fueron lloros y angustia aquellos días, de todos menos de su abuela. Ella decía que amaba al mar y el mar lo amaba a él, ¿que mejor final que este?. Unos días más tarde fue a reunirse con los dos tirándose al mar ella también. 

Y aquel mar es el que veía ella ahora, azul, verde, blanco. Su vida había girado en torno a él y lo amaba tanto como lo odiaba, cuando estaba lejos suspiraba por tenerlo y cuando estaba aquí le agobiaba. Un día terminare mi vida junto a ti, le decía y allí en el horizonte parecía que el le sonreía…