lunes, 24 de octubre de 2022

El chalet



Aquella tarde de domingo sentados en el sofá nos pusimos a planificar las vacaciones. Este año, le dije a mi esposa Sofía, me apetece cambiar de aires, Salou me aburre un poco.

Cogimos el portátil y comenzamos a buscar. ¿Qué te parece Alicante? Me pregunto. Perfecto, le contesté. En unos minutos habíamos seleccionado varios apartamentos y cuando ya estábamos a punto de tomar una decisión apareció.

Mira este chalet en Torrevieja, está muy bien de precio, efectivamente por menos de lo que nos costaban los apartamentos encontrados, tendríamos un chalet para nosotros cuatro.

Revísalo bien, me dijo Sofía, tendrá algún problema. Miramos las fotos y todo parecía estar correcto, además lo anunciaba una agencia de la población. Mañana me pongo en contacto con ellos y lo aclaro, le dije.

Al día siguiente les llamé, me dijeron que el único problema que tenía es que estaba un poco apartado de la población y a la gente no le gustaba, pensé en la tranquilidad y lo reserve. Unos minutos después había enviado la señal y me olvidé del asunto.

Llego el día antes de la partida, hable con la agencia y quede para el día siguiente, nos darían un plano detallado y las llaves. Con ganas de empezar nuestras vacaciones llegamos a la agencia, abonamos el importe y nos dirigimos hacia el chalet. Desde fuera daba imagen de cierto abandono y de soledad, pero una vez llegados lo encontramos correcto.

Tenía síntomas de no haberse utilizado desde hacía mucho tiempo, abrimos puertas y ventanas y comenzamos a instalarnos.

Mi hijo Andrés estaba intranquilo, cálmate le dijo Sofía, enseguida te tranquilizarás, te habrá afectado el viaje…. Pero lo cierto es que todos notábamos algo que nos inquietaba.

El paisaje era idílico, una maravillosa playa cerca del chalet y rodeándolo vegetación. ¿Cuántas veces habré soñado en perderme una temporada en un sitio así para olvidarme del mundo? Me pregunté.

Poco a poco todo fue tomando forma, paseamos por la playa y nos reímos, solo Andrés parecía preocupado. Una vez cenamos estuvimos bromeando en la mesa y nos acostamos.

La mañana siguiente me levanté muy temprano y me fui a nadar, cuando salía del agua una persona se acercó y me saludo, veo que han ocupado la casa de los López, pensamos que nadie la ocuparía nunca, dijo el aldeano. ¿Por qué pensaron eso? Le respondí. Se frotó con la mano la barba de algunos días, mire, me dijo, en esa casa pasaron cosas muy raras hace unos años. Me quedé helado, ahora veía la razón del abandono, Esa casa la construyo un indiano llamado López, en ella crio a su familia y la heredaron sus hijos, pero ¿sabe qué? Me dijo, a veces cuando se trata de dinero no existe la familia.

El silencio nos inundó, Cuando murió la madre se juntaron todos los hermanos para repartirse la herencia, el más pequeño solo quería la casa, nada más. Sus hermanos se repartieron la enorme fortuna. Pasado un tiempo hicieron obras en la casa y dicen que se encontró detrás de una pared un inmenso tesoro. A los pocos días tanto el hermano como el tesoro desaparecieron y así hasta hoy.

Volví a casa preocupado, no soy persona que crea en fantasmas, pero Andrés me preocupaba, siempre había tenido un sexto sentido en estas cosas.

Cuando llegue estaban todos desayunando, ¿cómo ha ido el baño? Me pregunto Sofía. Bien, le respondí. Parecía todo normal. Una vez terminado cogí aparte a Sofía y le conté la historia.

De todos nosotros ella era la más fría, me miro con asombro, ¿tú crees en esas cosas? Me respondió, no sé que pensar, dije. Dejemos pasar el tiempo.

Todo el día transcurrió normalmente, fuimos a un centro comercial, playa y descanso. Al llegar el anochecer, Andrés otra vez se inquietó en la casa.

Habíamos venido a disfrutar y no a tener aventuras, una vez terminada la cena les dije que a la mañana siguiente nos iríamos.

Hubo un silencio, todos salvo Andrés estábamos a gusto y aunque no nos sobraba el dinero prefería perder el de la casa antes de verle sufrir.

Mañana hablaremos, dijo Sofía.

Esa noche no podía dormir, pasada medianoche bajé al salón y ante un gin tonic me dispuse a pasar un rato. Había silencio, un silencio acrecentado por el aislamiento de la casa y solo se oía el ruido lejano, casi un murmullo, de las olas.

Entonces lo oí, era como un rezo mezclado con una especie de canto, era algo casi imperceptible que parecía venir de muy lejos. Note mis pelos ponerse de punta y se aceleró mi corazón. Al fondo comencé a oír unas tenues voces.

Subí a la planta superior y me fui acercando a las voces, provenían de la habitación de Andrés, parecía que susurraba. Abrí con cuidado la puerta y lo vi dormido, de su boca brotaban palabras inteligibles.

No supe que hacer, temí despertarlo, pero no quería dejarlo así. Me acerqué a su lado y le susurre, estoy a tu lado hijo, no te preocupes. Su voz dijo ¿quién eres? Fuera de aquí. Vi sus ojos abrirse y mirarme. Su mirada era ausente, no era él, vete grito, intente cogerlo, pero se zafó, déjame, márchate, gritaba.

Al oír sus gritos apareció Sofía, blanca y con la mirada desencajada observaba la escena. Estaba inmovilizada. Lo agarré e intento zafarse, déjame, gritaba una y otra vez.

De repente despertó, ¿qué pasa? Pregunto, nada hijo, vámonos, despertamos a mi otra hija y nos fuimos….

Recordaré toda mi vida esa noche.

Gracias a dios Andrés no recuerda nada de aquel día, pero para mí, os lo aseguro, cambiaron muchas cosas desde que estuve en ese chalet.

martes, 11 de octubre de 2022

Romeo



Una noche soñé con tu sonrisa
Poco a poco me sumergí en tus labios
En tus ojos, en tu mirada

Me turbó tu presencia


Desde que era un renacuajo y correteaba alrededor de su madre, Jonás transmitía una especie de simpatía que no pasaba desapercibida a los demás. Al principio fue en la escuela, después en el instituto, era la atracción entre las, aún niñas, de aquel patio.

Todas se rifaban el acercarse a él, al principio inocentemente, después con más descaro. 

Llegó a ser uno de los chicos más populares y a la vez más odiado.


Soñé que eras como mis palabras
Que de ti surgían mis más maravillosos versos
Mis anhelos                
Mi mirada

Después te vi
Y soñé con tus suspiros
Cuánto tiempo pase buscándote
Soñando con tus ojos

Y sonreí


De todas aquellas interminables novias eligió a la menos agraciada. Ella estaba perdidamente enamorada de él y le perdonaba todos sus escarceos. Siempre con una enorme sonrisa que escondía el pavor a perderlo.

Fueron seis años interminables para ella, hasta que un día decidió abandonarlo. No levantó cabeza nunca jamás.

Después hubo más, un total de tres hermosas mujeres siguieron los pasos de la primera, siempre el amor ciego y el abandono.


Y hoy te encuentro
Me turbas con tu mirada…
Bajo mi vista y suspiro
Te busco y no te veo

Estabas en aquella foto
Y te imagino a mi lado
Respiro y te veo
Te imagino

Te siento


Esta mañana me he cruzado en la calle con el. Me ha llamado pero no lo reconocía ¿dónde estaba aquel príncipe? ¿qué quedaba de aquel Romeo que engatusaba a cualquier mujer?

Charlamos un rato, me hablo de drogas y alcohol, de bancos y de mala suerte. 

Casi al despedirnos me pidió unos euros –son ¿sabes? Me explico, para cenar algo esta noche-

Al alejarme no pude evitar volverme a ver esa figura decrépita, hundida, marchita.

No se si la próxima semana seguirá viviendo, aquel Romeo que las turbaba…


Déjame acompañarte en tus sueños,
Sentirte en la distancia
Creer que eres mía

Hasta despertar un día…



miércoles, 5 de octubre de 2022

Solo era en ratón





Pero era un ratón feliz. Desde que se asomaba por las mañanas a su agujero sonreía. Tenía dos espectaculares orejas y unos bigotes inmensos, una piel gris y las uñas afiladas, dos dientes prominentes que se asomaban a su boca completaban su figura, y era feliz, muy feliz. 

No pensaba en el mañana, solo el hoy y esas grandes cosas que le importaban, cosas como revolotear al lado de su adorada ratona, correr desesperadamente por aquella casa, mirar por la ventana o tener algo para comer, solo eso movía su vida, una vida de ratón. 

A veces pensaba en ser gato pero tendría unos problemas imposibles de solucionar, como cazar ratones, ronronear o tratar con los amos de la casa. Él no quería más, le bastaba apoyar sus orejas al lado de las de ella y sentirla respirar. 

Su ratona. 

Un día encontró un ovillo de lana en la casa. Poco a poco lo metió en su hueco y se lo ofreció a ella. Intentaron hacerlo rodar y no pudieron, volvieron a intentarlo otra vez sin resultados. 

Como el ratón era muy listo lo saco de su hueco. Solo con empujarlo comenzó a rodar otra vez. Ves, le dijo a su ratona, vamos a empujarlo los dos. En un momento los dos ratones jugaban con la bola sin darse cuenta que el gato los vigilaba. 

De un salto este intento cazarlos pero se trabo con el ovillo. Los dos ratones salieron huyendo y se refugiaron en su agujero olvidando al gato. 

Al momento era feliz otra vez, solo le importaba revolotear, correr, mirar o tener algo para comer. 


Solo eso