martes, 19 de enero de 2021

Martina

Desde pequeña Martina adoraba a su papá. Desde que había aprendido a hablar aprovechaba siempre que él estaba en casa para acercarse muy cerquita suyo y repetir como un lorito todo lo que él decía.

Va a llover mañana, decía el papa. Mañana lloverá, sentenciaba Martina. 

En cuanto Martina oía ruido en el dormitorio de los papas allí estaba, al pie de la cama ¿puedo ducharme contigo? ¿vamos a desayunar? ¿quieres que te acerque el café? 

A su padre le hacía gracia, esa niña de apenas 3 años y tan pendiente de él… A su madre en cambio no le gustaba esa dependencia, adoraba a sus tres hijos, pero el comportamiento de Martina no le gustaba.

Como casi todas las noches al acostarse le expresaba a su marido la preocupación que le causaba ese comportamiento de su hija pequeña. El le restaba importancia, es un asunto de niños, le decía antes de rodearla con sus brazos.

Marina vivía solo para su papá, pero poco a poco el tiempo pasó. Aquellas conversaciones duplicadas empezaron a ser cada día más aisladas y sus padres por fin estaban más tranquilos. La niña esta creciendo, decía su papá, menos mal, aseveraba la mama. Pero ella seguía preocupada.

Un día Marina se colocó delante de ellos. Tengo que comunicaros algo muy importante, les dijo. Los dos padres se sentaron prestos a escuchar. ¿Qué es eso que nos quieres contar?, preguntó su madre. Creo que debo independizarme, les soltó de improviso. Ambos padres quedaron helados, la madre más inquieta le respondió, pero hija, solo tienes 6 años, ¿cómo vas a vivir sola?

Marina acercó su mano a su boca y dijo: esto no lo había pensado… sus padres estallaron en carcajadas, Marina un poco después también. Esta hija nos ha salido muy adelantada, dijo su madre entre risas.

A partir de aquel día todo cambió, Marina se había convertido en la hija más adulta de la familia, un día su padre le dijo a su madre, no se a quien ha salido nuestra hija, de verdad no lo se, y sus miradas se entrecruzaron, ambos pensaban lo mismo…




lunes, 18 de enero de 2021

El misterio del barco amarillo



Nunca había visto un barco amarillo por estos mares, con unas rayas de ese color si, pero enteramente amarillo no. Siempre eran barcos con varios colores los que portaban a los pescadores a trabajar.

Pensó:

¿Será un limón? O será una flor de azahar…

No, Tiene que ser un barco porque en el puerto y encima del agua está, volveré a mirar mañana a ver si sigue estando aquí. 

A la mañana siguiente salto de la cama y corrió al puerto en busca del barco amarillo. Allí ya no estaba, ¡¡porras!! dijo, y se enfado. Esta tarde volveré otra vez y si sigue sin estar esperare hasta la entrada de los pescadores para verlo llegar.

Dicho y ello, después de merendar volvió con su perro Otto y allí estaba. Dio un pisotón muy fuerte. Esto es un gran misterio le dijo a Otto mientras este le miraba y movía las orejas. Esperaremos a ver que pasa.

Jugando con su perro poco a poco cayó el sol y nuestro niño se quitó las gafas de sol. Volvió la cabeza y ¡¡¡Oh, horror!! Otra vez había desaparecido.

Otto, le dijo al perrito, has visto tú qué misterio… no se que pensar… Otto empezó a ladrar y con su hocico le tocaba el bolsillo del pantalón ¿Qué haces? Le preguntó ¿Qué has visto? ¿No me digas que has descubierto este terrible misterio?

De repente uno de los últimos rayos de sol le molesto, cogió las gafas de sol del bolsillo y se las puso. Jaja, Otto tienes razón jaja. Son mis gafas las que hacen que este barco sea totalmente amarillo, solo ellas…

Creo que realmente somos dos buenos detectives ¿no te parece? Otto lo miraba y meneaba su pequeño rabito.

Se dio la vuelta y con las manos en los bolsillos se marcharon a casa, esta tarde no quedan ya misterios por resolver ¿No te parece Otto? 


Mañana ya veremos…