jueves, 11 de marzo de 2021

El ancla


Allí estaba sentado en la proa, se podría decir que descansando de aquellas olas que durante toda la noche nos habían martirizado. 

Y ahora una vez pasado todo casi no recuerdo ni cuándo empezó ni cuando concluyó este último viaje. Extremadura le pusieron por nombre a esta goleta, Extremadura… un nombre sin mar, sin viento ni agua.

No era ni tan siquiera una broma lo que pensó aquel que lo decidió.

Pero anoche, azotada por el viento y las olas, la Extremadura se comportó. En los ambientes marineros no gustan los nombres así, lo se. Incluso alguien llegó a decir que tenía mal fario. Todo daba igual ahora.

Quizás si esto fuera una película ahora sacaría mi pipa y me pondría a fumar, lo cierto es que nunca he fumado, bebido si, un poco. Pero jamás probé el ron y mucho menos embarcado. Vaya marinero que estaba hecho…

Mire hacia atrás, mis compañeros se habían marchado a descansar hace ya un rato, yo, el raro que me dicen ellos, he preferido quedarme aquí unos minutos embobado con el sonido del mar. Siempre soñé hacerlo en la playa, pero el destino quiso que fuera desde una embarcación donde lo realizaría.

Mañana, una vez que esté todo en orden volveremos a zarpar, dará igual si llueve, si azota el viento o si luce el sol, todo eso no importa, lo verdaderamente importante es que dos días después lleguemos allí para comenzar una nueva ruta, una ruta que nos convertirá en víctimas o en ganadores, solo las ánimas de este mar Mediterráneo lo saben…