martes, 21 de julio de 2015

Una de aventuras


Cada día es una aventura. 

Una aventura que puede tener mil y una formas, puede ser alegre, feliz, ingenua, triste e incluso cruel.  

Pero esta aventura que quiero narraros hoy no será única, incluso os podrá resultar conocida porque está basada en un sueño y todos soñamos alguna vez. 

Hay dos clases de sueños, los que deseamos y los que nos asaltan en cuanto cerramos los ojos.

Y es uno de estos primeros el protagonista de esta historia, un sueño de los que tenemos con los ojos abiertos y que surgen solamente con desviar la mirada.

Ella soñaba casi todos los días, bastaba con sentarse tranquila al lado de la ventana y al momento comenzaba su aventura. Una vez más pensaba que salía de ese cuerpo que la atormentaba y comenzaba a volar como si fuera un pajarillo. Incluso uno de aquellos días se sintió una mariposa, la más bella mariposa que recorría el jardín, pero al sonreír pensaba que no quería tanto, le bastaba con un poquito para sentirse feliz.

Aquel día, decía, quiso subir más alto. Imagino que podía llegar a esas nubes que aquella tarde tapaban el sol, no tuvo ni que desearlo y ya estaba allí arriba, poco a poco otros pájaros la rodeaban intrigados, les debía de  parecer hermosa, ella la más hermosa…. No deseaba tanto, no podría soportarlo.


María, le hablaron al oído, vamos al baño. La enfermera empujo la silla de ruedas y se la llevo.






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