miércoles, 27 de enero de 2016

II - El hermano José



Su nacimiento causo gran expectación. Era el tercer hijo del Marques de Lacambra y en él había depositado su padre todas las esperanzas de tener por fin un hijo varón. 

Desde muy pequeño su padre lo oriento a las armas, él había conseguido el marquesado a raíz del transporte y de la explotación de mercancias halladas en el nuevo mundo y quería que su hijo no sufriera los desprecios que él, aunque veladamente o a sus espaldas, tenía que soportar del resto de hidalgos.

Pronto dio muestras de un talento especial para estar presente en todos los líos que pudiera haber a su alrededor. Su dominio de las armas junto con su bella figura le hacían protagonizar la mitad de los duelos de la corte de Sevilla. 

Pero hagamos una pausa porque quiero haceros un boceto de su familia. Su padre, como ya os he dicho antes, tenía una empresa en Sevilla que fletaba portes marítimos. Al principio solo trabajaba en viajes de cabotaje principalmente con Portugal pero un día decidió aventurarse y fleto una nave con destino a Nueva España. La idea era llevar a los nuevos territorios algunos víveres, correo y algún que otro aventurero que veía en esas tierras la forma de enriquecerse rápidamente. La vuelta traería plata, cacao, tabaco y algodón.

Contrato una carabela de 60 m de nombre "Suerte" y realizo el primer viaje. Fue todo un éxito. Su olfato para los negocios le enseño que el verdadero negocio no estaba en la plata ya que los barcos que la transportaban empezaban a sufrir los primeros ataques de los corsarios ingleses. Además la incipiente industria textil catalana cada vez necesitaba más algodón. 

Varios años después manejaba una flota de 21 naves y era una de las personas más influyentes del Consejo de Indias. En unos pocos años, pobre España, le nombraron Marques de Lacambra. Lo cierto es que aquel marquesado además de muchos ducados le costó muchos quebraderos de cabeza.

Su madre era una sencilla mujer a la que se le atraganto un poco los progresos de su esposo. Lo cierto es que hubiera preferido que no diese el salto al nuevo mundo y haberse quedado en la posición acomodada que tenían entonces.

Sentía por sus hijos una devoción que rayaba la enfermedad y a ellos dedicaba prácticamente todas las horas del día. 

Conforme José se hacía mayor se adivinaban en el unas actitudes excepcionales. Lo que más preocupaba a su padre era el poco interés que tenía por la empresa familiar. Siempre estaba metido en líos de los cuales cuando no salía airoso estaba su padre detrás para remediarlo.

Poco a poco fue distanciándose de la familia pasando temporadas fuera de casa, muchas veces su padre pensó en echarlo de casa pero su madre lo convencía de no hacerlo. 

Un día vino un alguacil a casa preguntando por él. Su padre intento averiguar qué había pasado sin resultados por lo que echó mano de sus amigos. José había sido sorprendido en un duelo por la cuadrilla de los alguaciles y en la disputa había matado a uno de ellos dejando a un segundo herido de gravedad. La justicia lo buscaba.

El Marques busco, intercedió, compro hasta conseguir encontrarlo. Estaba demacrado y parecía un fantasma de lo que fue, allí estaba sin saber qué hacer, su padre lo interno en un convento hasta que pasara el escándalo. 

El prior era conocido suyo, eso y ayudado por una fuerte suma de ducados sirvió para comprar su silencio y su indulgencia por una larga temporada. José, le dijo su padre, aquí estarás a salvo hasta que las aguas se calmen. Intenta enderezar tu vida, yo te avisare cuando puedas salir, fueron sus últimas palabras.

José, ayudado por las circunstancias, cambio. Dejo de ser aquella persona que iba de cama en cama, de duelo en duelo, para ser un joven que aprovechaba todas las horas posibles para leer y estudiar.


Continuara....


1 comentario:

  1. Ay, que me he quedado con las ganas de seguir. Qué bien has ambientado el relato y nos has sumergido en el siglo XVI. He disfrutado mucho con tu prosa tan bien cuidada. Un abrazo muy fuerte

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