Esa noche siempre habían cenado cada uno en su casa, pero este año
decidieron hacer algo distinto. De entrada la cena seria especial ya que no
pensaban cocinar esa tarde.
Se acercaron a un gran almacén y cogieron varios platos preparados, quizás hayamos
cogido muchas cosas frías, le dijo uno a otro. Mejor, le respondió, así
trabajaremos menos.
Lo dicho, después de comer ya estaba comenzando la cena, su cena, y que
mejor manera que comenzarla que con unos gin tonic’s en su pub favorito. Uno y después
otro hasta que el camarero les explico, con gran persuasión, que tenían que cerrar.
Lo primero que sacaron al llegar a casa fue una botella de vino, un
magnifico Dalmau reserva del 2011 que le habían regalado a uno de ellos. Las
tres copas brindaron mientras unos villancicos sonaban en el estéreo. Poco a
poco intentaron impregnarse del espíritu navideño que inundaba todo.
Una y otra vez planearon todo, el tiempo pasaba a su alrededor sin apenas
darse cuenta. Uno, dos, tres, muchos más fueron los brindis aquella noche que avanzaba a su
pesar. Fueron a preparar la mesa, intentaron repartirse las tareas y una vez más
terminaron decidiendo al lado de la tercera botella de vino.
Cerca de la medianoche se sentaron a cenar. El tiempo y la noche los
abrazaba, poco a poco entendieron que lo importante no era la cena ni esa noche, era su sola presencia la que hacia que mereciera la pena.
Solo el momento, solo las personas....
Solo el momento, solo las personas....
No hay comentarios:
Publicar un comentario