María se asomo a la ventana. Vio un montón de gente
recorriendo las calles adornadas con las luces navideñas. Con lo que le gustaba la navidad de joven, ahora la odiaba.
Volvió la cabeza instintivamente y allí estaba, tirado en el
sofá y con el mando en la mano.
Cuantas veces había pensado en dejarlo y le habían fallado
las fuerzas. Recordó unos años felices y aquellos largos paseos. Pepe nunca había
sido detallista ni cariñoso pero la quería de verdad, o eso decía.
Años de convivencia habían dado origen a esto. Si acaso un
murmullo lleno de desplantes era lo que María recibía cada día. Cuando
aun iba a misa le gustaba volver dando la vuelta al paseo, le recordaba
aquellos años.
Pepe le había dicho que le gustaba ser besucón, pero a ella
no se lo había demostrado. Ahora tras tres largos años de paro había asumido la
situación y con un –a mi me van a coger.... anda ya- evitaba presentarse en
cada una de las ofertas de empleo que ella le buscaba.
Con el poco dinero que María sacaba fregando escaleras y la
ayuda social se apañaban. Si por lo menos no fumara…
A ella le hubiera gustado tener hijos, el le repitió una y
otra vez que no los aguantaba, claro que sin relaciones tampoco pudieron
llegar. Cuando se acostaban le daban ganas de acariciarse pero al final no lo
hacia, una mujer de su edad….
Lo que mas le dolió de su hermana es que le dijera que no
tenia valor para dejarlo, ¿que haría el sin ella a su lado? aun estaría peor.
Esa noche se acostaron pronto, ella le dijo que cuanto
llevaba sin ducharse, el la mando a la mierda.
Entre los ronquidos tomo una decisión.
¿Qué haría yo sin el?
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