No recordaba desde cuando
las utilizaba, sería la edad, se repetía una y otra vez. Aquella tarde estaba
bastante harto del trabajo. Todo se reducía a un intenso día de problemas.
A Ulises le gustaban los
problemas, a veces repetía que eran la sal de su trabajo. En su empresa y entre
sus conocidos tenía fama por sus soluciones a veces imaginativas y audaces,
muchas veces acudían a él para que les orientara ante cuestiones para ellos insolucionables.
Acostumbrado a bregar con ellos desde
hacía unos años no le asustaban, pero, como él decía, había dos clases de
problemas, los solucionables y los imposibles.
Hacía mucho tiempo que no
se encontraba con uno de estos y aquella tarde una vez concluido el trabajo
estaba allí en su coche intentando solucionar uno de ellos.
Con todos sus sentidos
alerta bajo la mirada, por más tiempo que pasara no había podido acostumbrarse
al desasosiego que le producía no encontrar una salida a la cuestión, conocía
bien esa sensación.
Vamos se dijo, una mas no
va a conseguir turbar mi sonrisa….
Luchare hasta
conseguirte.
Con unos pocos rasgos, qué bien retratas a tu protagonista. Su personalidad luchadora, que se crece ante los retos. Me lo imagino como un hombre para el que la vida es como un juego lleno de acertijos. Me ha gustado mucho, Rafa. Un abrazo y enhorabuena.
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