jueves, 4 de junio de 2015

He tardado 54 años….


En darme cuenta que mi vida es el arte. En sentir la emoción de un trazo, de una sombra, de una mirada. Y sé que solo soy un principiante.

Un principiante que se muere por sentir la belleza de una línea, que adora más que nada unos ojos, un semblante.

Y que se siente incapaz de plasmar la belleza de las cosas sencillas que lo acompañan.

Esa hoja, esa calle, esa luz.

Siento un odio que se transforma en admiración por algunas imágenes que me hacen soñar, que me hacen sentir, que hacen que mi alma abandone mi cuerpo y me susurre al oído “no me esperes, déjame transformarme en un sueño, en el sueño de las imágenes, de las palabras, de la vida”

Y sé que sentir me evoluciona cada día, haciendo que este cuerpo cansado y estas canas que me acompañan siempre recobren la ilusión perdida en un instante, en ese instante que se torna luz, en el que aparecen las sombras.

Quiero soñar aunque solo sea un minuto, sentir la fuerza que me transmites, sé que solo eres una imagen en mi mente pero eso me basta.


Una y mil veces. 






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