Cuando desperté ella no estaba ya. Me acerqué a la cocina y desayuné, en la ventana del salón había un sol maravilloso así que me senté en el sofá y me dejé inundar por él.
Poco a poco mis ojos se cerraron y apoyada mi cara en el tejido caliente me sumí en un sueño reparador.
Tiempo después desperté, tenía hambre por lo que me dirigí a la cocina y comí.
Sonia no volvería hasta horas después y la casa se me antojaba vacía. Recorrí el pasillo pensando en ella, la cama hecha, todo en silencio, me paré delante de la ventana del salón y el calor me reconforto.
Segundos después mis ojos se cerraron, era tal la calma que no me pude resistir. Pasaron las horas y de repente oí la puerta. Tú regresabas. Te salí a recibir, me dijiste que te cambiabas y que pronto estarías conmigo.
Yo te observaba, jamás hubiera podido contradecirte, saliste al salón y te acomodaste en el sofá, yo me puse a tu lado, recuerdo que me acariciabas mientras yo me sentía feliz.
Me puse a ronronear y tú me dijiste que eras mi cielo, mi amor, mi sonrisa. Yo me acerqué a tu regazo y dejé que tus manos me acariciaran…
No quería nada más…
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