domingo, 19 de junio de 2016

El vestido


Rafa se miro al espejo. Esta ropa me sienta bien, muy bien. Una mueca asomo en su boca, me tendria que ver hoy mi abuela Concha, ella me lo predijo aquel día.

Recordé mi niñez, esa niñez marcada por la soledad, recuerdo cuando mis padres me llevaron a esos colegios, esa inmensa soledad de los domingos, esa angustia, esa…. 

Pero poco a poco paso.

Una adolescencia marcada por aquellos Salesianos, esos años en los que descubrimos la política y la libertad, Dios como los echo de menos… 

Pero eso no importa ya.

Recuerdo a mis dos amores de juventud, Bienve y Ana, que importantes fueron en aquellos momentos y que lejanos los veo ahora, esas jornadas de estudio en el colegio, ese espíritu de camaradería y compañerismo hasta que se cruzo en mi vida Alex.

Fuimos uña y carne, pasábamos horas hablando de la vida, del mundo, de nosotros, hasta que aquel día tomamos la decisión. Aun recuerdo a mi profesor de Algebra denodado al comunicarle mi decisión, no te entiendo, dijo.  

Para mi esas palabras fueron como un terremoto.

Años mas tarde nuestros caminos se separaron, Alex se quedo suplicándome, pero yo ansiaba mas y sabia que debía buscar mi destino.

Hoy, con 55 años, me he mirado al espejo, se que mañana estarán mis padres y mi familia, Alex me acompañara, pero temo su encuentro, siempre fue para mi un espejo donde mirarme, mi segunda voz, mi confianza mas absoluta, pero faltara mi abuela.

Ella me pronostico un día este momento, y solo el mismo Dios sabe lo que daría por que ella hoy estuviera presente.

Da igual que este en Roma o en Calatayud, cada uno somos lo que somos en cada momento, nada mas.



Mañana vestido de color purpura seré ordenado Cardenal, pero solo lo seré porque ella hace casi cincuenta años me lo predijo.


Solo por ella…


Por mi abuela.



1 comentario:

  1. Cómo me ha impresionado el final, Rafa. Una historia muy profunda. Enhorabuena. Un abrazo

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