martes, 1 de diciembre de 2015

Era la enésima vez que lo intentaba.





Busco la bolsa que tenía olvidada detrás de la puerta y la cogió con energía. De hoy no pasa. 

Bajo a la calle y fue a coger el coche, no fastidies pensó, iré mejor caminando. Nada más cruzar la calle observo un sinfín de gente que indiferente pasaba a su lado. Pensó en lo ocupados que estaban todos. Hoy lo voy a conseguir, no buscare más escusas, se prometió a sí mismo. 

Paso por delante de la taberna, instintivamente fue a entrar. En el último momento reacciono. No, primero a lo mío. Vio una mueca de disgusto en la camarera, lo cierto es que en aquel momento  estaba sola. Recordó entonces el primer día que entro y lo que le llamo la atención: la diferencia de estilos entre aquellas paredes de madera tan sobrias y aquel mobiliario demasiado moderno para el entorno. 

Pero se sentía a gusto allí, poco a poco se había acostumbrado a aquella simbiosis de estilos tan extraña y le agradaba como lo trataban. Por eso no le paso indiferente la mueca. 

Después de un rato caminando vio su destino. Le extraño el poco movimiento y la falta de luz que le rodeaba, mejor así, estaré mucho más tranquilo. Pero al acercarse empezó a pensar que había algo raro allí. 

Enseguida lo comprendió todo. Estaba cerrado.



Leches…. Otro día más no voy a ser capaz de aprender a bailar claque.




 

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