martes, 23 de enero de 2018

Mira mama, es una cigüeña.


Mira mama, es una cigüeña. 

Ella lo miro, tenía sus mismos ojos. Ya habían pasado 8 años desde que el se fue. 


Eran las doce del mediodía, a mí me gustaba esa hora para la ceremonia y aunque nos costó conseguirla con mucha paciencia y más empeño lo logramos.

Eran tiempos felices, la carrera recién acabada y tu comenzando en aquel trabajo “Laboratorios León” ponía en la puerta. 

Recuerdo esas tardes en casa de tus padres, los dos estudiando, casi no teníamos tiempo de amarnos, aquellas vueltas a mi casa soñando un futuro entre nuestras manos que buscaban múltiples excusas para juntarse, esos labios que conocía tan bien como tu boca. 

Esos ojos. Cuántas veces te dije que eran lo que más me gustaba de ti. 

Era un vestido blanco, tan blanco que irritaba al sol, descansando en mi hombro mis trenzas, una de ellas  corría por encima de mis pechos al ritmo de mis pasos, y tú, estabas radiante con aquel traje negro. 

Que alegría cuando te ofrecieron ese trabajo, tienes que terminar la carrera te dije sonriendo, que lo sepas. Descuida me dijiste con tu preciosa sonrisa, déjalo en mis manos. Así podremos casarnos. 

Aquellos meses fueron complicados, casi no nos veíamos. ¿Te acuerdas que aprovechaba cuando salías del trabajo para estar un rato contigo? Y lo cumpliste, recuerdo el día de tu graduación. Mire hacia a atrás y vi a mis padres, me emocione. Creo que no solté tu mano ni un segundo en toda la ceremonia, me sentía tan feliz.. Luego, después de comer me cogiste por la cintura y me fuiste presentando a muchos invitados que ya conocía, te deje hacer, me encantaba tu sonrisa y tus palabras. 

Luego vino el piso, ¿recuerdas los primeros meses? Primero un sofá, luego una habitación, después ese espejo. Poco a poco fuimos haciendo ese nido perfecto para ti. Y unos meses después llegaste tú, sin esperarte, fuiste un regalo, nuestro mejor regalo de boda. Todo empezaba a ser perfecto…


Pero aquel mismo año sucedió.



Y lo más difícil es mirarte, esos ojos tuyos de color miel son los mismos que tenía él, por eso huyo ahora de la luz y del color, estoy inundada de un mundo azul oscuro, tan oscuro como el mar, en el cual las olas de su recuerdo castigan mi vida a cada instante, en la cual cada día espero la noche para soñar con él, sé que un día lo conseguiré y poder volver a ser feliz...







1 comentario:

  1. Has logrado emocionarme, Rafa. Nadie como tú para expresar los sentimientos más hondos. Te echaba de menos. Un beso muy grande

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