martes, 18 de julio de 2017

Tomas



Tomas vivía en un piso al lado de las vías del tren.

Poco a poco contemplo como cada uno de sus vecinos se fueron marchando molestos con los ruidos y las luces, pero el sabia que no se iría nunca.

Hijo de ferroviario había tenido una niñez ajetreada. Coincidió su infancia con aquella maldita guerra que asolo su país en los años treinta. Para Tomas supuso viajar de aquí para allá al ritmo frenético de un país en descomposición. Su padre era factor en una pequeña estación de capital y como tantos cientos de miles de personas  su orientación política fue la de la zona en la que estaba residiendo.

Y allí empezó a tener consciencia de que reinaban esos días en los que se mezclaban las tardes de juegos al lado de aquella tapia y el intento de transmitir normalidad de unos padres desesperados por la falta de noticias y de comida para sus hijos.

Años más tarde, después de haber recorrido innumerables estaciones, los estudios los separaron. Durante muchos años no volvió a acercarse a una estación. Olvido su aroma y su música en forma de ruidos, olvido los horarios y las secuencias en medio de libros y dificultades.

Pero, aunque él no lo sospechaba, aquellas vías serían una parte importante de su futuro.

Tomas formaba parte de una generación que perdió la sonrisa, y aunque día tras día intentaba recuperarla, no lo conseguía. Primero fueron aquellos trabajos, casi no tenía tiempo de estudiar, pero él quería llegar como fuera a la Universidad.

Sea como sea.

Y lo consiguió, apenas una semana después de jubilarse se matriculo, no importaba la carrera, no importaba la dificultad, solo el conseguirlo.

Cuando volvía de matricularse vio el cartel, no lo podía creer, aquel piso tan barato, algo raro tenía que haber. Y se reencontró, aquel aroma, el ruido y las secuencias. Por un momento creyó regresar a su niñez y sonrió.


Aquella sonrisa  lo dijo todo... 




1 comentario:

  1. Echaba de menos tus maravillosas historias pero ha valido la pena esperar. Me ha emocionado este hijo de ferroviario. Cómo se puede decir tanto en tan pocas palabras. un beso y felicidades

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