Una tarde de verano marcho hacia la capital. Recuerdo su cara y su atuendo, pero sobre todo esos ojos de angustia y miedo al futuro.
No quería imaginar su vida lejos, allí era feliz,
Treinta años después salía una noche de la clínica. Había llegado a una simbiosis tal con su trabajo que hasta conduciendo su Jaguar de camino a casa gestionaba la ocupación de los quirófanos de los próximos días.
Un impacto le devolvió a la realidad. Enojado miro hacia atrás, Acababa de comprar ese coche, nervioso golpeó en el volante y salió.
El filo de la navaja en su cuello le devolvió a la realidad, no entendía nada. La sonrisa de aquellos tipos le devolvió al miedo que sintió al salir de su pueblo.
Le empujaron hacia el otro coche, la rabia y el miedo atenazaban sus sentidos, risas y golpes, ¿por qué? se preguntaba ¿qué quieren de mi?.
Lo sacaron del coche en un garaje, un tipo alto y desgarbado le miro a los ojos -imbéciles, este no es. Os habéis equivocado otra vez- Otros golpes y cayo al suelo.
Un fuerte ruido y un terrible escozor en el vientre.
El solo quería estudiar….
No hay comentarios:
Publicar un comentario