Me encanta el mar. Un día estaba paseando por la orilla en una zona del
Delta del Ebro y encontré una barca destruida y medio sumergida. Estaban varias
personas pescando por allí y les pregunte, -Es la barca de oro- me contesto uno
de ellos.
Dejadme que os cuente su historia.
Hace ya muchos años vivía en Deltebre un joven del cual no se recuerda su
nombre, nosotros le llamaremos Andres. Era un joven apuesto y audaz al que le
gustaba pasear por la orilla del mar.
Un día se encontró en la orilla una mujer tendida en la orilla. Al
acercarse vio que estaba completamente desnuda. La situación le resulto
embarazosa pero finalmente se acercó por si podía ayudarla. Aparentemente
estaba dormida. El intento despertarla sin éxito por lo que la llevo a su
pueblo.
Cuando estaban llegando recupero la consciencia y poco a poco se fue
recuperando. Le pregunto quién era y de donde procedía. No recordaba nada, solo
decía que el mar era su casa y quería volver allí.
Impresionado, la acompaño de un sitio a otro, al llegar la tarde le
busco una casa donde pasar la noche. Así, día tras día, la buscaba y la llevaba
a la orilla del mar donde paseaban y hablaban largas horas.
Poco a poco, y a fuerza de conversaciones, llego a la conclusión de que provenía de un lugar muy lejano, pero por más
que lo intentaba no conseguía que recuperara la memoria.
Él se fue enamorando poco a poco, ella en cambio no demostraba
corresponderle. Andres estaba cada vez más desesperado. Un día ella le pidió ir
al mar, fueron a la playa y le dijo que se marchara, que al día siguiente volvería. Andres obedeció.
El día siguiente Andres volvió a la playa a esperarla pero no apareció.
Desesperado volvió cada día a la playa. Meses más tarde vio una barca acercarse y pensó que
debía ir a buscarla dentro del mar. Para que ella viera bien la barca decidió pintarla de
color oro para que reflejara mejor la luz.
Un día y otro Andres salió al mar a buscarla, no obtuvo resultado.
Un día de junio volvió la barca sola a la orilla. Lo único que había en ella era una caracola dorada.
Un día de junio volvió la barca sola a la orilla. Lo único que había en ella era una caracola dorada.
Nadie toco esa barca.
Poco a poco se fue rompiendo, pero nunca más apareció Andres.
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