Mire por el ventanal, todo el jardín estaba lleno de hojas. -¿Recuerdas
cuando vinimos a vivir a esta casa?- Te dije mientras te tenía cogida por la
cintura.
-Hace frio fuera-, tu me respondiiste.
Sentía tu tersa piel acariciándome las manos, poco a poco te acercaba junto
a mí. Tu aroma a miel mezclada con viento fresco me absorbía poco a poco.
-Aunque viva cien años siempre me sorprenderá tu aroma- te dije. Tú
estallaste en carcajadas.
–Soso- me dijiste mientras reías.
Me encantaría pisar las hojas mientras estas ahí mirándome, no quiero que
salgas tú, hace frio.
Recuerdo el día que te conocí, me quede prendado de tus ojos y de tu
sonrisa, pero ni por un momento pude imaginar que compartiría tantas cosas
contigo. Bajaste la mirada, te vi feliz, incluso algo nerviosa e intentaste
escapar de mí.
-Vamos- dijiste, y cogiéndome la mano tiraste de mí.
-Que no haría yo por ti- dije, y otra vez estallaste en carcajadas, me
empujaste al jardín y cerraste la puerta. Te veía riéndote a través del cristal, ven.... te decía
con las manos, tu sonreías.
Unos días más tarde nos dieron la noticia….
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