Erase
el país de las nubes. Se llamaba así porque todos los días veían al menos una
de ellas. En ese país había unos reyes que no tenían hijos.
Un día
llego a palacio un monje que pidió hablar con los Reyes. Les dijo que si le
hacían caso tendrían descendencia. Después de hablarlo decidieron desesperados hacerle caso al
monje y se pusieron en sus manos.
Un
año después nació una hija a la que pusieron de nombre Blanca. Los Reyes
agradecidos nombraron al monje consejero y se volcaron en el cuidado y la
educación de su hija.
El
monje cada día tenia mas poder en el reino, la hija en cambio tenia graves
problemas de salud que sumaban en la tristeza a sus padres. Poco a poco el
monje gobernaba en el reino ante la pasividad de los reyes.
Los
súbditos se quejaban cada día mas, poco a poco el monje había aumentado los
impuestos y los plebeyos no podían ni subsistir. Aquel misterioso monje se había
transformado en el martirio del pueblo.
Pero
los Reyes solo pensaban en su hija. Poco a poco el reino fue decayendo, todo
era tristeza incluso en el palacio donde la salud de la princesa era cada vez
mas precaria. La reina, que era la mas sensible le dijo una mañana al Rey ¿no
crees que deberías prestar mas atención a tu reino? Pero el Rey aterrado le
dijo “lo importante esta aquí”.
Cuantas
veces abandonamos las cosas importantes cegados por una preocupación, cuantas
veces suspiramos mirando a lo lejos sin darnos cuenta que abandonamos las cosas
importantes que tenemos al lado.
Supongo
que imaginareis el final de este cuento, el reino termino destruido por el mal
gobierno y la desidia, los reyes acabaron desterrados y la hija murió. Esa es
la vida real y no la que se imaginan nuestros sueños, nuestras esperanzas.
Maldita
vida que nos machacas cruelmente, Te odio.
Sí, es cierto. La vida es más parecida a la de tu historia que a los cuentos de hadas. Qué imaginación tienes para crear relatos tan distintos. Enhorabuena, Rafa. Un abrazo muy fuerte
ResponderEliminarGracias Ana sobretodo por seguirme.
EliminarUn fuerte abrazo