jueves, 7 de abril de 2016

Las pilas




José me la presento. Hicimos buenas migas desde el primer día. Sus gustos coincidían perfectamente con los míos y había veces que pensaba que leía mi mente ya que se adelantaba a mis palabras, a mis deseos. 

Aquel primer día me hizo saber que había dos condiciones a nuestra amistad, la primera que nunca estaría conmigo más allá de las 12 de la noche y la segunda es que ni vería ni tocaría su espalda.

Me quede sorprendido y pensé que serían dos manías. 

Poco a poco nos hicimos muy amigos y la intimidad empezó a surgir pero esas dos condiciones que me puso el primer día siguieron en vigor cada vez que nos veíamos. Lo cierto es que en alguno de los días que se alargaba nuestra cita la contemple echar a correr desapareciendo tan solo unos minutos antes de que llegara la hora en cuestión.

Poco a poco llego a intrigarme este tema. Primero empecé a buscar razones lógicas para este comportamiento. Supuse que tenía alguna marca o defecto en su espalda que no quería que viera pero lo que más me preocupaba era la razón de su marcha. 

Lo intente hablar con ella en varias ocasiones sin conseguir ninguna respuesta, lo peor es que era un tema que poco a poco enturbiaba nuestra relación y por eso decidí acudir a la persona que me la presento, mi amigo José.

Al día siguiente quede a comer con él, le dije que estaba intrigado por esos temas y se quedó muy sorprendido. El la conocía por otro amigo pero nunca había llegado a relacionarse con ella, no obstante, le prometió que intentaría enterarse. 

Unos días mas tarde José me envío un watsap, en el solo ponía “Es por las pilas”

Me quedé muy sorprendido y le llame ¿Qué quieres decir con tu mensaje? ¿Qué tienen que ver las pilas con ella? José me respondió, está muy claro, las pilas que la alimentan y lleva en la espalda solo le duran hasta las 12 de la noche…




1 comentario:

  1. Qué bueno, Rafa. A pesar del título, me has cogido totalmente desprevenida. Un abrazo y enhorabuena

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