jueves, 3 de marzo de 2016

V - El encuentro




Sumidos como estábamos en degustar aquellos aromas empecé a entender el trance donde me había metido, pero lo entendía con una felicidad rara en mí. Comprendí hasta qué punto puede afectar aquel néctar jamás probado por mí. 

Al poco de entrar observe a un tipo que nos miraba. Al principio no le di importancia pero pronto me molesto tanta insistencia – Jose, amigo, mira a aquel tipo que no deja de mirarnos – le dije. El, cómo si no le importara, prosiguió con su charla y con sus risas. 

Un par de minutos después, en un instante estaba la espada de Jose en la garganta del individuo – decidme vuestro nombre y que hacéis aquí – le pregunto acercando su cuerpo a él y presionando a la vez su angustiada garganta. 

Era aquel un tipo mal encarado, su barba de muchos días, su ropa raída y una piel sucia eran sus señas de identidad – responded, voto a bríos, estáis agotando mi paciencia – Pero aquel individuo no respondía, si acaso una leve sonrisa intentaba asomar a la cara. 

Sois caro de ver, le dijo de improviso, pensé que conocerías a tu amigo Braulio,  José intento recordar aquella cara sin conseguirlo, Braulio ¿Qué Braulio?  le respondió.  Tu amigo de la venta de Sevilla, el de la capa roja ¿no me recuerdas? Por más que intentaba recordarlo no podía. 

Descúbrete y ponte en pie, le dijo con voz enérgica, pero aquel tipo no reacciono. Poco a poco se fueron arremolinando los pocos compañeros de bebida que quedaban, uno de ellos le saco el sombrero de un manotazo, Braulio no, le dijo, ¿os acordáis de mí? le pregunto el a su vez. 

Su rostro cambio, por un momento parecía haber visto un fantasma, Martin miraba la acción como poseído, su respiración acelerada y su corazón latiendo a mil por hora le impedía tener miedo. Detrás de José se sentía protegido. 

¿Recuerdas la taberna de Salamanca donde dejaste sin ojo a aquel camarero?, el personaje lo contemplaba horrorizado, ese camarero era yo, pardiez que no te voy a sacar un ojo sino dos. José lo marco con la espada,  dime quien eres, te lo digo por última vez. 

El personaje se dejó caer en su banqueta, su sonrisa había desaparecido dejando paso a un gesto de horror terrible, se sentía derrotado. En un instante quiso echar mano a su espada pero aquella acción le resultó fatal, al momento  yacía ensartado con la espada de Jose. 

 Al contrario de lo que creí luego que sucedería, mi reacción a estos acontecimientos fue nueva para mí. Mi boca seca, mi corazón latiendo a mil por hora y mis brillantes ojos me daban una expresión nueva. Jamás pensé que vería matar a un hombre con tanta indiferencia. 

Lo que ni Jose ni ninguno de los presentes habíamos observado es la marcha apresurada de un personaje en cuanto todo acabo. Era este un ser común, yo diría que era su apariencia la que pasaba desapercibida. Lo que yo no podía imaginar era la cantidad de problemas que me provocaría después…. 




 

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