Hace unos días un seguidor de este blog se puso en contacto conmigo. Tenía un problema y quería que le ayudara. Rafa, me dijo, tengo una relación que me está consumiendo poco a poco y me gustaría enviar una carta a la persona que amo porque no puedo más.
Al principio me pareció una idea disparatada, pero según chateaba con él fui poco a poco haciéndome a la idea de su situación. Vi en él a una persona sencilla, educada y detallista que estaba perdidamente enamorado. Me hablo de la otra persona, de cómo la veía, de cómo la sentía, de cómo suspiraba por estar cada momento a su lado.
Me explico la situación de ambos, y a cada momento me sorprendía la ternura con la que trataba cualquier tema relacionado con su amor. Me dijo también que no era correspondido y esa era la razón de consumirse.
Creí entender en las conversaciones que tuvimos que quería y temía a la vez, terminar con esa relación que le atormentaba, y estaba convencido de que si esta acababa perdería todas las ganas de vivir….
Al final le envíe el texto.
Un rato después me contacto, me dijo que al leerlo se emocionó. No cambiaré nada, está perfecto. Te estaré siempre agradecido.
Hace un par de días vi que estaba en línea, me pico la curiosidad porque desde aquel día no chateaba con él.
-¿Cómo estás?- Le pregunte
-Quería pedirte que publicaras, si tú quieres, la carta en tu blog-
-Sí, me encantaría- le respondí
-¿Cómo estás tú? ¿Qué tal te fue con ella?- Le pregunté
Después de un largo silencio me respondió:
-Bien- Un bien que me hizo sentirme fatal.
-No era ella, sino él... Un día de estos hablaremos, gracias otra vez-
Qué sencillo o complicado es a veces el amor, cuanto cariño y ternura inútil, desaprovechada, cuantas noches de insomnio y a la vez cuanta felicidad, el amor es como la magia, algo increíble cuando cuentas con él y terrible cuando notas que te falta…
Estas son las líneas que le escribí:
“Siempre había pensado que me conocía bien, que era una persona sensata e inteligente, pero desde que te conozco he cambiado. Tu sola presencia hace que retroceda a mis años de juventud, que vuelva a amar, a sentir, a suspirar. Otra vez he descubierto la música oyendo tu voz, la poesía mirándote a los ojos, el color y la luz solo con tu presencia.
Desde el día que nos conocimos has sido mi referente, mi anhelo, mi sueño, mi vida y a veces, incluso mi muerte. Has modulado mis días y mis noches, has cambiado mi vida, mis hábitos y hasta mis sueños.
Al acostarme sueño que estás a mi lado. Tú siempre eres la protagonista de mis noches de insomnio y cuando, ya rendido, me vence el sueño, tú estás siempre en él. Adoro el despertar porque mi primer pensamiento eres tú.
He aprendido a pensar como lo harías tú, a sentir como sentirías tú, a amar como me amarías tú, a reír contigo, a llorar contigo, a hacer tus problemas míos, pero necesito más, quiero verme en tus ojos, ser tus labios, tu respiración, tus besos.
Si me falta eso, renuncio a la vida, no sabría vivir sin tu amor, sin tu cariño, sin ti….”
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