Mientras sonreía la escuchaba moviendo mi cabeza y asintiendo cada palabra, cada frase.
Me pareció que desde hacía mucho tiempo aquella flor te conocía, después creí que te habías asomado durante muchas mañanas a aquel maravilloso jardín dejándote arrastrar por su aroma.
Y
Susurro tu nombre
Ilumino el espejo con tus ojos,
me enseño el calor de
tus manos, Ilumino el espejo con tus ojos,
el sabor de tus labios,
la dulzura de tu voz.
Espera le rogué, no sigas porque ella no está aquí y no lo podre soportar.
Y pensé en todas esas noches intentándote encontrar a mi lado, en esa cama que se me antoja inmensa si no estás tú, en la amargura de faltarme tus besos, tus abrazos, de sentirte lejos de mí.
La intente convencer de que un día me acostumbrare, de que poco a poco olvidare estos sentimientos, de que cuando desaparezca el amor solo quedara una amistad, pero como explicarle a una criatura hecha de amor de que este pueda algún día desaparecer….
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