Yo
más bien creo que es una apisonadora, una cruel apisonadora que solo marcha
hacia adelante.
Y la defino así por la capacidad que tiene de machacarnos a todos.
Ya sea a nivel físico o afectivo, cada vez que miro hacia detrás veo
personas, sentimientos, hechos y hasta sueños que se han quedado por el camino,
y no puedo evitar sentir esa angustia que conozco tan bien y que me acompaña
tantas veces.
Somos muy dados a pensar que podemos controlar nuestro porvenir, los hay
que almacenan objetos valiosos para disfrutarlos en el futuro sin saber que en
unos días morirán, los hay que buscan su príncipe o princesa azul sin darse cuenta que lo están dejando
marchar o los que miran por la ventana pensando que un día descubrirán aquello
que imaginan anhelar perdiendo mientras tanto todas las cosas importantes de su
vida.
Esa vida que pasa como una exhalación, como un sueño que solo recuerdas al despertar, como ese mar del que solo conoces una playa, como esos ojos que te invitan
a soñar con la felicidad cada vez que los ves.
Quiero sentir una vez más, padecer, sonreír, llorar, quiero una vez más soñar
con esos ojos, con esa sonrisa antes de que sea la hora de despertar…
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