Suena el despertador pero ya hace mas de una hora que estoy
despierto. Me enfado y le doy un manotazo.
Abro la ducha y me miro al espejo, cada día estoy más viejo, murmuro. Una ducha rápida y me pongo en marcha. Un vistazo a las noticias y a los teléfonos.
Salgo de casa como cada dia a las seis.
Salgo de casa como cada dia a las seis.
Mi conductor tiene el Bentley en la puerta. Me acomodo y observó cómo recorre solitario las calles y avenidas, me dejo invadir por mis bostezos y el afán de encontrar una emisora con noticias. Todos los días la misma
historia.
Llego a la calle de mi oficina, ni un alma. Me espera a la puerta Antonio, los saludos de rigor, el ascensor me sube a la planta diecisiete, miro la oficina vacía, que
pena…
Me siento y activo los dos ordenadores de mi mesa. Ojala no
arranquen, pienso cada día, pero al momento ya están pidiéndome que me valide.
¿Quién habrá sido el imbécil que habrá decidido cual es mi nombre de
usuario? Una contraseña y adelante. Tiene 133 notificaciones me dice uno de ellos.
Suspiro.
Suspiro.
Cuando abro el correo me pregunto quien o quienes serán los
descerebrados que han estado trabajando desde que me fui pasadas las
nueve de la noche, rabio y con eso me quedo.
Tendría que haber ordenado que cambien las máquinas de
café, detesto su ruido. Después de leer los correos más importantes miro por
la ventana, poco a poco las calles se pueblan de gente. Echo de menos algo o
alguien pero no se que.
Poco antes de las ocho empiezan a llegar los directores, oigo
ordenadores arrancar y cuchicheos pero ninguno se acerca a saludarme,
pero hoy sonrío, jaja, tengo que esperar... echo mi sillón hacia atrás y contemplo el techo
satisfecho.
A las ocho y cuarto entro por mi puerta directa a la sala
del consejo. Me siento, hago una señas a Julia mi secretaria, ven le digo,
estás preciosa hoy, gracias don Rafael, me dice mirando al suelo y
ruborizándose. Por favor que traigan café,
leche y unas pastas. Ahora mismo, me contesta.
En unos minutos van entrando todos los directores, me
saludan cortésmente, a alguno le llama la atención mi sonrisa satisfecha.
Mientras sirven los cafés me preparo para mi gran día.
Queridos amigos, muy buenos días, les susurro.
Hoy es un gran día para mi, mañana confío la dirección de la empresa a este consejo. Escucho un murmullo que dejo fluir, si, oís bien he decidido cambiar de vida. Por lo tanto una vez que salga por esa puerta todo mi grupo estará en vuestras hábiles manos.
Hoy es un gran día para mi, mañana confío la dirección de la empresa a este consejo. Escucho un murmullo que dejo fluir, si, oís bien he decidido cambiar de vida. Por lo tanto una vez que salga por esa puerta todo mi grupo estará en vuestras hábiles manos.
Me repantingo en el sillón, me encanta observar esas caras y
esas reacciones, espero, los contemplo, ya empiezan a crearse grupos y líderes. Interrumpo, por favor, les digo, aun no me he marchado.
Sonrío, si les parece bien me ausento en este momento y así
voy preparando mi marcha.
Se abalanzan hacia mi, manos que nunca había tocado, abrazos
fríos y palabras forzadas me rodean.
Lo que no saben es que desde ayer soy el propietario del 53
por ciento de este grupo de empresas y un nuevo administrador elegido por mi vendrá
mañana.
Me gustaría ver vuestras caras pero paso…
https://www.youtube.com/watch?v=M7DUXmk42n8
Por desgracia hay gente así. Me gusta mucho como has narrado la soledad de don Rafael. Un abrazo muy fuerte
ResponderEliminarGracias por tu atención y comentario. Un abrazo
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