Salió el tercer toro. Lo cierto es que no entendía lo que hacia yo allí
aquella tarde. Para una persona como yo defensor a ultranza de los animales la situación
era, por decir algo enojosa.
Todo empezó aquella mañana, caminaba por la calle y me encontré con mi
amigo Miguel. Tienes que hacerme un favor me dijo, lo mire a sus ojos, irradiaba la misma claridad en su mirada que tenía siempre, pero sus exageradas
ojeras me llamaron la atención.
Dime, le conteste, titubeo al principio pero al fin se decidió. Llevo dos días
que no duermo, me están pasando cosas sin explicación…. Lo note hundido, con
afecto trate de alargar mi mano hacia el pero se apartó inquieto.
Lo observe en silencio unos segundos. Su pelo aun alborotado y su cara
mostrando una barba de varios días me inquietaron. Dime Miguel… que te ocurre.
Otra vez levanto hacia mí su mirada pero la bajo inmediatamente, note cierta vergüenza
por su parte. Recordé entonces las tardes que pasamos juntos hacia ya muchos
años, todas esas charlas en las que imaginábamos una maravillosa vida cargada
de deseos y satisfacciones.
Recordé también nuestros primeros escarceos amorosos, aquellos años éramos
inseparables pero en este momento sentía una enorme barrera entre nosotros. Por favor, le dije cogiéndole un brazo con mi mano, ¿recuerdas a Amanda? Me pregunto.
Amanda, ¿Cómo no iba a recordarla? Fue nuestra aquella temporada, primero mía y
luego suya, maravilloso y dulce al principio, doloroso después para aquella
pareja de adolescentes. Recuerdo que cuando nos abandonó nuestra amistad creció
aún más.
Si, la recuerdo, conteste. Hace un año, me dijo, la encontré por casualidad
cuando caminaba por la calle. En unos minutos estábamos tomando un café y
recordando viejos tiempos y así hasta anteayer. Mi vida cambio aquel día, quedo
atrás mi vida anterior, poco a poco abandone a mi pareja, a mis hijas, deje
hasta el trabajo, dios mío, toda mi vida. Temblaban mis labios al escucharlo,
lo note hundido y hastiado, fuera de sí.
Hace tres días desapareció, solo tengo un numero al que no contesta y una
tarjeta con un dibujo que encontré en mi casa después de marcharse. Me entrego
aquella tarjeta, tenía una imagen extraña, no la había visto nunca, déjame ayudarte,
le dije.
De vuelta a casa empecé a indagar, mire en internet pero no aparecía nada,
el caso es que me recordaba algo pero no sabía que. Estaba pensando en
abandonar cuando de pronto sentí como una inspiración. Me recordaba una imagen
como las que tenían algunas ganaderías. Volví a la carga y allí estaba, era la
imagen de una ganadería.
Eufórico empecé a buscar una relación, el próximo domingo toreaban con sus
toros en la plaza de mi ciudad. Pensé en decírselo a Miguel pero creí mejor
buscar a Amanda entre los asistentes.
El domingo estaba allí mucho antes de comenzar. Me situé en la
misma puerta de acceso dispuesto a encontrarla. Poco a poco empezó a venir la
gente, cada vez se me hacía más difícil controlarla por el gran número de
asistentes.
De repente una mano me agarro el brazo por detrás, me volví y allí estaba
ella, serena, hermosa, plantada sonriéndome ante mí. Sabía que vendrías, me
susurro al oído.
Sígueme, me dijo….